miércoles, 1 de noviembre de 2023

Depresión, ansiedad y mierdas varias...

Solo los que hemos bajado al infierno, sabemos lo frío y oscuro que es.
No hay fuego, pero sí demonios. Muchos. Todos.
Hasta los que no sabías que tenías.
Y acabas ahí sin darte cuenta, sin razón aparente, sin episodio detonante.


De repente un día notas que no eres tú, que algo o alguien te ha poseído, que tu cabeza no te pertenece, que es la de un señor de Cuenca al que no conoces de nada, ni entiendes, ni te apetece ver, pero ahí está.
Y no sabes por qué. Y él dirige tu día a día. Un desconocido sin rostro.

Todo te da miedo. Cosas que antes te gustaban, dejan de gustarte. Te sientes inseguro conduciendo cuando antes te encantaba. Crees que todo el mundo va a chocar contigo y vas a atropellar a alguien. Te vienen mareos repentinos en los que pierdes la noción de espacio y tiempo.
Tienes la sensación constante de que va a haber un terremoto, que se te va a caer la casa encima, que va a explotar una guerra mundial, que algo espantoso está a punto de pasar.
¿Pero qué me está pasando? ¡YO NO SOY ASÍ!
Es horroroso.



No entiendes nada, te sientes desorientado y el vértigo se apodera de tí. Simplemente notas como si tu "yo" se hubiese desdoblado en uno que eres tú, y otro que no conoces de nada y que ni te mira, pero que no se te despega.
Y ese pitido en los oídos, que a veces es tan fuerte que no te deja oír nada más, que va y viene, pero que se queda contigo ya para siempre... Píííí...

Hasta ese momento eras muy sociable, divertido, simpático y el rey de todas las fiestas, porque era tu forma de ser. Ahora tu forma de ser se ha esfumado, y eres un ser oscuro, apagado, sin energía, sin ganas, sin motivación, sin ilusión, asustado y aterrado. Sin vida.
Ni ganas de tenerla.

Sólo quieres estar solo, no coges el teléfono a quien no te apetece, no abres la puerta si no esperas a nadie, dices "no" a cualquier plan por estupendo que sea. Una parte de ti quiere ir, pero la otra, el señor de Cuenca, dice que ni hablar, que dónde coño vas sin su permiso...
Evitas cualquier evento social o interacción con otras personas, sólo te apetece estar en casa, y ese empeño que pone quien te quiere para que salgas y "te animes" no hace más que empeorar tu estado.
Y no entiendes nada. Pero nada de nada. ¡Ese no eres tú!




Te has ido apartando poco a poco de todo y de todos sin saber que estabas cayendo en un pozo profundo, oscuro, frío y solitario, en el que jamás pensaste que podías estar, ni quieres estar, pero el fango atrapa tus pies.
Estas cosas siempre le pasaban a otros. Pero ahora te ha tocado a ti.

Miras hacia arriba y ves oscuridad. Hacia los lados no hay nada más que oscuridad. Nada. Y ahí estás, día tras día, noche tras noche, una detrás de otra, sin saber quién eres, cómo has llegado ahí y por qué tu cabeza no te reconoce, ni tú a ella. Cuesta mucho darse cuenta de donde estás, entiendo que mucha gente no llegue a ser consciente de lo que le está pasando, simplemente porque es algo desconocido y nada concreto. No es un dolor, no es nada que se pueda medir ni localizar.
Es como si tu vida se hubiese parado en seco, pero sin el "como".
Y ese pitido que ya ni te deja escuchar el silencio...

Esa sensación de vértigo, de angustia, de vacío, de asfixia, te atrapa y te convierte en un ser débil, frágil, solitario, desorientado, que se abandona y se deja llevar por la desidia. 
Total, ¿para qué? Si no tienes ganas de absolutamente NADA.
¡Con lo que tú eras!



Si tienes suerte, cabeza, alguna responsabilidad con alguien y gente que te quiere de verdad con la que poder hablar de cómo te sientes, con mucho (¡MUUUUCHO!) trabajo mental serás capaz de ser consciente de lo que te está pasando, y así podrás medio gestionarlo, o al menos no morirte de miedo. 
Tienes una enfermedad mental, que es una enfermedad como otra cualquiera pero de la mente, y la mente no se arregla con una escayola o con una pastilla, no. Una vez que caes, ¡ay amigo!, estás bien jodido.

Con un esfuerzo sobrehumano y por supuesto ayuda profesional, vas muuuy poco a poco subiendo escalones hacia la superficie, lentamente, muy despacio. Puedes tardar un mes en subir un escalón, por eso es mejor no tener prisa, porque sólo te produciría más ansiedad de la que ya tienes, y quieres evitar eso a toda costa.
De ansiedad dicen que no se muere nadie, pero lo que sí hace es matarte en vida.
Es la peor sensación que pueda haber, LA PEOR. Sin comparación.

Si en cambio, no tienes la lucidez necesaria para entender lo que te está pasando, no aceptas que tienes una enfermedad mental, o no tienes gente de verdad alrededor, caes en depresión crónica de por vida, sumido en un agujero del que ni puedes, ni sabes salir, y te conviertes en un alma en pena de la que todo el mundo huye porque "vaya coñazo siempre con las penas".


Tenía un amigo al que le daban ataques de ansiedad gordísimos cada dos por tres. Un tio simpático, culto, atractivo, con muy buen sentido del humor y un trabajo estable que adora. No había razón aparente para que tuviese esos ataques de pánico. Reconozco (y me avergüenzo profundamente) que pensé "bah, qué débil es, no tiene razones para estar así, podría superarlo si quisiera".
Ya sabéis, esas cosas que pensamos las mujeres de los hombres cuando son débiles... Tontas de nosotras.

Pues bien. Nos fuimos de viaje 3 parejas. Hotelazo, planazo, fin de semana de risas, cañas, tapas, paseos, sexo, amor y Rock&roll.
Pues nada más entrar al hotel a dejar las maletas, le dio un ataque que lo dejó K.O. Sin más. Pánico. Miedo. Falta de aire...

No es que no quieras estar ahí, no es que te pase nada, simplemente la ansiedad viene cuando le da la gana y te desarma, te inutiliza para disfrutar de cualquier cosa, y te convierte en un cacho de carne aterrorizado. Y sin saber por qué. 
Y lo peor, que no te suelen entender, te dicen "venga ánimo", y piensan que eres débil y no tienes razones para estar así...

Cuando me llegó a mí y fuí consciente, en lo primero que pensé fue en él.
Y lo entendí todo.
Lo llamé y le pedí perdón. Me di cuenta de lo solo que había estado y me sentí muy mal por no haber sido capaz de entenderle.
Y es que es imposible entenderlo si no te pasa. IMPOSIBLE.

Igual que entender lo que es un embarazo, un parto o un cáncer sin haberlo experimentado. Puedes hacerte una idea, pero jamás podrás entender lo que se siente estando ahí.
Yo ya he pasado las 4 cosas (tengo el pleno), y os aseguro que esto es LO PEOR sin duda.
Y no soy yo de las que se asustan ni se quejan por cualquier cosa, no.



Van pasando los días y las noches sin sentido alguno, esperando que eso que te está pasando, desaparezca. Pero no desaparece, sino que va a más. Cada día te sientes más alejado del mundo, más aislado, y tienes más vértigo porque notas literalmente como tu cabeza sale de tu cuerpo.

¡Y TÚ NO ERES ASÍ! ¿Cómo de repente pasas a ser lo más alegre y sociable del planeta a ser un bute que sólo quiere estar solo y en casa, sin molestias de ningún tipo?

Pues para mí, eso es la DEPRESIÓN. Y no es de repente, no. Ese vaso al que van cayendo gotitas poco a poco sin que seas consciente, un día rebosa.
Petas. Tu cabeza PETA. ¡Y no te estabas dando ni cuenta!
Porque hasta los más fuertes caemos. Nadie está libre.

Ese jefe ignorante y soberbio que te denigra cada día, esa pareja que no te trata como mereces, esos hijos por los que te preocupas, esa familia que te roba la energía, esos vecinos ruidosos, ese sueldo que no te da para todo, esa supuesta amiga que te traiciona, ese trabajo que no te llena, esas obligaciones sociales que no te interesan...
Mil cosas que vas aguantando buenamente hasta que ya no puedes más, y petas. La educación y el respeto con dos grandes trabas. Por su culpa aguantas más de lo que deberías.

Y cuando el vaso rebosa, el cuerpo habla. ¡Vaya si habla!



Y a partir de ahí, y una vez eres consciente de lo que te pasa, empieza tu viaje para intentar recuperarte a tí mismo. Miras hacia arriba y no ves la luz, pero no quieres estar ahí abajo, porque hace frío y está oscuro. No se está bien ahí abajo.

Sabes que solo no vas a poder salir de ahí, más que nada porque no tienes energías, y porque te da exactamente igual lo que hay ahí fuera, es más, lo detestas, así que para qué esforzarse en salir.

En ese momento es primordial tener algo o alguien a quien agarrarse. Alguien que te necesite y a quien por nada del mundo dejarías solo.

Tu hijo, tu madre, tu pareja, tu perro, tus amigos, no sé. Alguien que sabes que si te quedas en el hoyo, va a sufrir muchísimo, y eso es lo último que quieres.

Así que después de un tiempo intentando recolocarte, pides ayuda. Vas al médico y le dices que necesitas ir al psiquiatra. No es que no crea en los psicólogos, no, pero cuando eres consciente de lo que te pasa y estás en un estado tan profundo, sólo un psiquiatra puede sacarte de ahí, a lo bestia, porque cada día que pasa, es un día que te hundes más en el fango.

Te dan cita para dentro de 3 meses (con suerte), esperas pacientemente día tras día, intentando agarrarte a lo que sea, notando como tu cabeza se diluye, se te va, viendo cómo eres capaz de pensar en dar un volantazo con el coche sin que las manos te pertenezcan, porque es el puto señor de Cuenca quien conduce, no tú.



Es horrorosa esa sensación.
¡NO QUIERES QUITARTE LA VIDA! ¡Por supuesto que no!
Y no por tí que en tu estado te importa poco, sino por tu madre, tu hijo, o "tu lo que sea" por lo que has decidido salir de ahí. Pero tampoco puedes dejar de pensar en otra cosa. Que acabe el tormento, irte, descansar...

Estás harto de vivir, cansado, aburrido de todo y de todos. No tiene sentido seguir aquí. Ya no hay nada que la vida pueda ofrecerte que te ilusione o te anime, nada.
Y no, no tienes motivos para estar así, pero lo estás.
Y ese pitido constante en tu cabeza, por si tuvieras poco ya... Pííí...

Es como una sensación de que no te quieres morir queriendo, no, pero que si te mueres, mira, mejor...
Tiene cojones la cosa. Y cuando te dicen que te animes, es que ya te falta coger la pistola.

Ahora entiendo también a quien se quita de en medio. No son ellos, es su cabeza que decide por ellos. Nos extraña cuando nos enteramos de que alguien se ha quitado la vida teniendo 2 hijos pequeños, no podemos entenderlo. Pues imaginad cómo estaría esa cabeza para hacer eso.
Es algo que no se hace conscientemente, sería imposible.


El tener depresión no significa estar triste, no. Si tu forma de ser es alegre, seguirás siendo alegre (menos, claro, porque no te sientes bien), pero por dentro estarás oscuro, ya no eres el mismo que antes de que te visitase el fantasma, y quien te conoce bien se da cuenta de que no eres tú.

Vives con esa sombra pegada a tí las 24h. Cuando se aleja un poco eres capaz de sentirte mejor y hasta pensar en algún plan, pero otra vez te vuelve la angustia y hasta que no lo cancelas, no vuelves a poder respirar. Aunque sea un simple café con tus amigos de toda la vida en una cafetería cerca de tu casa. NO. Cualquier cosa que te saque de tu zona de confort, te causa una angustia totalmente involuntaria. ¿Quién va a querer estar así por gusto?

Y poca gente te entiende, sólo quien ya lo ha pasado o quien te quiere y te respeta de verdad. El resto, piensa: "Bah, qué débil es, no tiene razones para estar así, podría superarlo si quisiera"...
La vida te enseña las lecciones que no has aprendido. Y las aprendes.

Y así van pasando los días. Cada mañana te levantas esperando estar "bien", sin esa presión en el pecho y en la cabeza, pero nada, tu señor de Cuenca particular sigue ahí, a tu lado. Y el pitido de los cojones, también.

Y tenías que salir a algo, pero lo dejas a ver si mañana estás mejor, porque sólo de pensar en salir, ver gente, ruidos, atascos, te da pánico.
Y sólo en casa te sientes protegido y a salvo, así que, ¿para qué salir a pasar un mal rato?
Sales a lo imprescindible, a horas en las que no haya gente, y vuelves rápidamente a casa como si fuera la meta de una carrera. Y el resto, lo pides por internet que gracias a Dios, Amazon tiene de todo y la entrega a domicilio de los supermercados funciona divinamente.

Nunca antes habían venido tantísimos mensajeros a casa, a veces hasta 4 en un día. Cualquier cosa que necesitase, desde una llave inglesa a bolsitas para el té, unas zapatillas (de casa, claro), calcetines, cuchillos, bombillas, ¡lo que sea!, por Amazon.

La (bendita) medicación (a la que reconozco que me resistía antes de estar tan en el pozo) me ha conseguido sacar del fango, me ha ayudado a ir subiendo escalones muy poco a poco durante 3 años (sí, 3 AÑOS llevo intentando salir del hoyo), y puedo decir que ya estoy casi casi arriba y ya vuelvo a ser "yo", aunque no al 100%, pero ya me reconozco, por muchos bajones que haya por el camino.
Y no, nadie puede ayudarte más que tú mismo. Aquí no vale familia, amigos ni gaitas. O te lo curras tú, o nada.

Porque esto es así, subes y bajas sin aviso previo y sin motivo aparente. Tu vida queda a expensas de lo que a la cabeza del señor de Cuenca le dé la gana. Y te jodes. Y el pitido que no falte. Las 24 horas non stop. Ea.
Es una puta lucha diaria contra un fantasma que está dentro de tu cabeza.



Y tienes que aguantar que te digan que te animes, QUE LO QUE TIENES QUE HACER es salir Y RELACIONARTE, que verás como sales y te alegras... Puff.
"Lo que tienes que hacer" te dicen...

De repente todo el mundo es psicólogo y psiquiatra y saben más de lo que te pasa que tú mismo. Empatía, muy poca.
La salud mental es mucho más importante que la física, ya que sin la primera, es imposible tener la segunda.

Tengo la suerte de que me gusta estar sola, lo disfruto muchísimo, y en casa estoy muy a gusto y tranquila (aunque antes no había quien me sacase de la calle). Hay quien le teme a estar solo pero tampoco soporta estar con gente, y entonces tienen un extra añadido a su angustia.

La parte buena (que todo la tiene, hasta lo más malo), es que aprendes mucho, terminas de conocerte a tí mismo y empiezas a decir NO cuando es NO.
Qué maravilla.
Se acabó decir SÍ por compromiso o por ayudar.
Mira, NO. Hasta aquí hemos llegado, y precisamente hemos llegado hasta aquí por no decir NO.



Empiezas a explorar partes de tu mente que no conocías hasta ahora.
Empiezas a entender muchas cosas que antes no entendías.
Empiezas a pensar más en tí mismo que en los demás, ¡que ya era hora!
Y no por egoísmo, no, sino por simple supervivencia. Eres consciente de la cantidad de gente que se ha aprovechado de tu buena voluntad y te han exprimido para después ponerte verde, y todo por no saber decir NO.

No quieres bajo ningún concepto volver a pasar por uno de esos "ataques" tan desagradables en los que se te sale el corazón por la boca aunque estés tumbado sin moverte, en los que te falta el aire, todo a tu alrededor se tambalea y sientes que algo horrorosísimo está a punto de suceder. NO.
Así que empiezas a pensar en tí y a hacer y decir lo que realmente te da la gana, sin miramientos, sea a quien sea. Si tienes que mandar a la mierda a tu padre, lo mandas. Así mismo.



El caso es mantener la paz mental y que nada ni nadie te exalte. Se acabaron los berrinches, los cabreos y los disgustos. Todo te da exactamente igual. Lo único que te importa es estar TRANQUILO.

Cosas por las que antes montabas en cólera, ahora ni te inmutan.
Da igual. Lo que tiene arreglo lo tiene, y lo que no, no. Pa qué cabrearse.
Dejas de luchar por lo que crees justo con tal de no sobrepasar la línea de tu tranquilidad. Contra hijos de puta es imposible ganar, así que nada, a tomar por culo.

Dejas de tener respeto por quien no te lo tiene a tí, por muy familia o jefe que sea, por muy mayor que sea o por mucho poder que tenga.
Todo el mundo está al mismo nivel para tí, y no estás dispuesto a que NADIE suponga ni el más mínimo retroceso en tu lento y complicado avance.

Sólo te esfuerzas por salir muuuy de vez en cuando para estar un rato con tus amigos de verdad, los que te quieren, te respetan y te lo demuestran desde hace 40 años. El resto no existe.

Te creas un nuevo círculo en el que única y exclusivamente entra quien tú quieres, nadie más. Nadie. Y tu tiempo es sólo para quien tú quieres, para nadie más.

¡Y esto es MARAVILLOSO!
Te acabas de deshacer de toda la morralla mierdosa que revoloteaba a tu alrededor chupándote la sangre.
¡Bendita depresión!


Esto es una experiencia de la hostia.
Ni el cáncer me enseñó tanto como la ansiedad.
Esto te abre la cabeza, te la desmonta, te la vuelve a montar 700 veces, tienes sensaciones totalmente nuevas, y te hace conocerte tan sumamente bien a tí mismo, que puff, es una gozada.
Que sí, que se pasa fatal por el camino, peor que mal, pero nadie dijo que lo bueno fuese fácil de conseguir. A más beneficio, mayor sacrificio.

Antes decía que a más de uno le hacía falta un cáncer para dejar de ser tan hijo de puta y poner los pies en la tierra, pero ahora que he probado esto, lo que le deseo a todos esos que viven por y para joder a los demás, es una depresión de caballo. Ahí, bien gorda, y con pitido incluido a todo volumen.

Porque por culpa de esa gentuza, caemos los que somos sensibles, responsables, los que queremos hacer las cosas bien y no nos dejan, los que ayudamos siempre y recibimos palos a cambio, los que alegramos la vida a los demás y por envidia nos machacan.
Curiosamente la gente mala no tiene depresión. El veneno que le corre por las venas debe ser un antídoto.

La depresión necesita de la sensibilidad para poder instalarse. Alguien insensible y frío jamás tendrá depresión, porque es gente que vive hacia afuera, no hacia adentro, y se morirán sin saber quiénes son realmente porque se pasan la vida entera haciendo un papel. Qué pena.

El mundo se divide en gente buena y gente mala.
De la primera hay poca, muy poca.
De la segunda hay de más, estamos rodeados, y eso acaba haciendo mella en nosotros.

La depresión es el resultado de acumular puñaladas de unos y de otras, de no mandar a la mierda en su momento a todo el que lo merece, de que te menosprecien y minusvaloren, y por mucho que pases y te creas que no te afecta, sí, te afecta, porque no entiendes por qué hay gente tan sumamente cerda, y el día menos esperado, ¡PUM! te peta la cabeza.

Así que amigos, amigas, os recomiendo encarecidamente que mandéis a la mierda a todo aquel que os haga la vida complicada, que os exprima, que no os trate como merecéis, que os reste o que os moleste. Sea quien sea (incluye: familia, amigos, vecinos, jefes, simpañeros, etc).

No caigáis en esto, de verdad, es horroroso, y caes sin darte cuenta.
No aguantes, no soportes, no transijas, que lo menos que te puede venir es un cáncer, y lo más, una depresión con su ansiedad y sus pitidos, y ninguna de las dos cosas tienen ni puta gracia.

Espero haberos ayudado o al menos aclarado de qué va esto, y que entendáis mejor lo que nos pasa a los "locos". Cuando veas a alguien comportándose "raro", antes de reírte, juzgar (como hice yo con mi amigo) o criticar, piensa que puede estar pasando por un trauma de estos, y no es nada fácil, porque no somos nosotros, es el señor de Cuenca, que cualquier día os puede visitar a vosotros y entonces lo entenderéis todo.



Aquí tenéis un video que lo resume todo.



Podéis ir en paz.

"Destrúyete para conocerte,
constrúyete para sorprenderte,
lo importante no es ser, sino transformarse".
Franz Kafka

•••

SÍGUEME EN TWITTER, si quieres claro... 😂