sábado, 29 de octubre de 2016

Round_and_Round...

Hasta el moño de que, porque sea Halloween, tengan que salir vestidos de muertos con arañas los presentadores de Sálvame, los de Zapeando, los de First Dates, los del sillón de Ana Rosa, los de la mesa de María Teresa, los de Las Tardes de Canal sur, los del magazine de la Primera, los de Cuarto Milenio, los de la tertulia deportiva de la Sexta, los de La Voz, los de Saber y Ganar, los de HombresMujeresYViceversa, los de la Ruleta de la fortuna, los de Gran Hermano, los de PasaPalabra, los de Comando Actualidad, los de Sálvame diario, naranja y limón.

Y tooooodos los logotipos de los anuncios, con telarañas y calabazas con ojos. Y las aplicaciones de los móviles igual. Por si no nos habíamos dado cuenta de que es Halloween.
Sólo faltan por unirse al chiste, dos gremios. Los políticos y los futbolistas. Bueno, y los curas, pero ellos ya... Ya van de negro todo el año. Venga, al Congreso y al Santiago Bernabéu con arañas en la cara y sangre en los ojos. Que es Halloween.

Y dentro de ná, pasará lo mismo, pero con el disfraz de Papa Noel.
¿Estamos tontos o qué?


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viernes, 21 de octubre de 2016

Halloween... Otra estupidez importada.



Los yanquis nos han vendido una fiesta en la que los niños se visten de mamarracho a cambio de regalos.
En España eso tiene un nombre: Hacer la Primera Comunión.



Pero hay una sutil diferencia. En USA los niños se visten de muertos torturados y ensangrentados. En España los niños se visten de marineros, y las niñas de hadas. Y digo yo, lo de vestirse de muerto el día de los muertos, aunque sea una gilipollez, tiene sentido. Pero ¿qué tendrán que ver los marineros y las hadas con Dios? ¿No sería más lógico que se pusieran una de esas túnicas harapajosas que llevaban los apóstoles?.

Y ¿en qué parte de la Biblia está escrito que haya que gastarse una fortuna en una comilona y que el niño reciba toda clase de regalos carísimos? Claro, yo no me la he leído entera, pero lo mismo lo pone...
En fin...

Respecto a vestirse de muerto descuartizado, ¿alguien le ve el chiste?.
No puedo entender qué le veis a colocaros telarañas por el pelo, maquillaros como si os faltara un cacho de carne, y mandar a los niños a que vayan dando por culo casa por casa, diciendo"¡Truco o trato!", que no saben ni lo que es, a pedir caramelos que luego no se comen.
Porque los caramelos que la gente les da, son los caramelos que recogieron pisoteados del suelo en la cabalgata de Reyes, esos duros y gordos que te pican tres muelas sólo con quitarles el envoltorio.

Divertidísimo. Yo, cuando me llaman al timbre y los veo por la mirilla, abro de golpe sin pintar y con los pelos tiesos, vamos, como suelo estar en casa (y en la calle), y salen por patas dando gritos terroríficos ;)
Problema resuelto.


Para este evento, la industria del dulce inventa toda clase de deliciosos caramelos, a saber: Gominolas de vómito, de rata muerta, de cucaracha!! Sí hijos sí... Y la gente se las come... porque es Halloween.



Qué bonita tradición. ¿O no es una tradición? ¿Qué es? Porque en España con tal de pillar una fiesta, sois capaces de alquilar un ataúd para ser el más ingenioso de la reunión. Y el caso es que a la gente le hace gracia...

Los que me conocéis, sabéis que soy anti-fiestas-populares en cualquiera de sus variantes. No nací con el gen de divertirme con verbenas al son de "Paquito el chocolatero", disfraces de ningún tipo, entrañables fiestas navideñas, vestidos de faralaes ni cosas así.
Sí, soy así de malafollá. Qué le vamos a hacer... Nadie es perfecto, y yo, aunque lo parezca, no iba a ser una excepción...

Me parece ridículo que porque Amazon o El Corte Inglés digan que es la fiesta de Carnaval, o de Halloween, de Nochevieja o la Feria, tengamos todos que ir a comprarnos un disfraz de ese tema, ponérnoslo y "pasarlo bien". No sé, mi concepto de "pasarlo bien" no conlleva tanta parafernalia, y no pasa por pintarme como una muerta viviente.

Conozco incluso a frikis adultos que pagan un dineral por irse dos días a un hotel cutre a darse sustos por los pasillos vestidos de muertos, y dicen que se lo pasan "genial"... Pues nada... Su nivel de madurez a los 50 años deja mucho que desear. Y luego la rara soy yo...



¡Pero oye! ¡Que cada uno es libre de hacer el ridículo como quiera! 

Hace años nos invitaron a una de estas fiestas, y como a mi hijo le hacía ilusión, fuimos...
Los hombres estaban perfectamente caracterizados como auténticos muertos (daban más asco que miedo), y las mujeres todas súper sexys de Cruela Deville o de vampiresas con la pechuga más fuera que dentro.
Eso sí que daba miedo. Y terror. ¡Y vergüenza ajena!


Pero lo peor no es eso. Lo peor es que disfraces a tu hijo de 3 años como un esqueleto, o como un muerto degollado. Eso está precioso, es muy educativo, instructivo y divertido...



De verdad, llamadme sosa, pero no le encuentro la gracia! Y conste que a mí no me da ningún miedo la muerte. Es más, me da más miedo la vida. A día de hoy, no ha habido ningún muerto que me haya traicionado o engañado. Vivos sí, a punta pala.
Mirad, mirad qué cosa más preciosa...


Los partidarios de los disfraces y maquillajes de fantasía, ya estaréis pensando: "Pues vaya tía estúpida, malafollá y sosa, con lo divertido que es". Pues sí, soy todo eso cuando se trata de cosas que no me gustan ni entiendo, y no lo hago, pero oye, cada uno sois libres de hacer lo que os plazca, y yo de opinar sobre ello.
O he nacido antes de tiempo, o debí nacer cuando estos inventos no se llevaban. Pero vosotros a lo vuestro, que los aguafiestas populares como yo, estamos escondidos esos días y no molestamos.

Detesto que todos los supermercados estén llenos de calabazas con ojos (que la gente compra y luego tira sin pensar que eso se come), de gominolas de arañas y de toda clase de cosas relacionadas con Halloween, y verlos a todos como locos comprando chuminás pa decorar la casa.
¡¡Pero bueno!! ¡¡Si dentro de ná vais a tener que poner el árbol de Navidad!! ¡Se os van a mezclar las decoraciones!


Que lo hagan los americanos, vale, porque ellos tienen una forma muy peculiar de ver la muerte y de divertirse (como eso de hacer concursos de comer hamburguesas de 7 kilos con medio vaso de picante máximo, o transportar una casa montada a otro estado encima de un camión), pero ¿los españoles? ¿Con la cantidad de fiestas populares propias que tenemos, a cual más estúpida?... Pues no, hay que importar más fiestas estúpidas del extranjero, por si teníamos pocas...

Los festejos se nos van de las manos... Nos van a faltar días en el calendario para tanta fiesta, y luego nos quejamos de ser el culo del mundo...

Pues nada, a ver si el año que viene llega la preciosa moda de los Jíbaros, que le cortan la cabeza a la gente y las disecan pa ponerlas encima de la tele. A ver cómo os las ingeniáis para poner la cabeza de la cuñada encima de la tele plana...



Qué sopor de mundo, ¡qué sopor!

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viernes, 14 de octubre de 2016

Pero qué malo es Internet...

Recuerdo allá por 1996, que me dió porque quería tener internet, y mi hermano decía que eso para qué servía, que era una tontería, etc, etc.


La primera vez que tuve contacto con la red, fue en el Dr. Music Festival, en los Pirineos, donde además de mil escenarios rodeados de vacas, 25.000 tiendas de campaña y muchísima gente guapa, había (entre otras) una carpa de internet con ordenadores conectados. Cuando yo ví que leyendo un texto de The Doors, pinchabas en el nombre de Jim Morrison y te llevaba a otra página donde hablaba de él, con fotos y todo, flipé!!! Y yo quería tener eso en mi ordenador!!


En aquella época casi nadie sabía lo que era internet. Cuando lo comentaba con mis amigos y les decía que por medio de un chat podías hablar con gente de otras ciudades y de otros países, y que había información sobre absolutamente todo, ponían cara rara y me tomaban por loca. Por más loca. Hasta entonces el ordenador servía para poco más que hacer tablas de excell y diseños gráficos pobretones. Pero poco tiempo después, todo dios estaba chateando, y gracias a eso, adquirimos una soltura con las teclas que ninguna academia de mecanografía hubiese conseguido en tan poco tiempo.

Hasta ese momento, lo más parecido que había a un chat, era el party-line, una llamada telefónica a la que se iba uniendo gente desconocida y todos iban hablando a la vez. Claro está que no tuvo demasiado éxito...

20 años después, no hay maruja, agricultor, monja o abuela que no tenga internet en casa.
Esto ya es una invasión.

Tanto criticarlo, y absolutamente todos estamos metidos. Hasta quien alardeaba de no necesitarlo, ha acabado rendido a sus encantos (que conozco a unos cuantos).



Hoy en día no se concibe la vida sin internet. Lo usamos para absolutamente todo, por lo menos yo. Desde mirar el tiempo hasta hacer la compra del supermercado, pasando por buscar una pieza de la lavadora, comprar zapatos, entradas para conciertos o teatro, mirar las cuentas de los bancos, los recibos de luz o agua, comprar discos, ver las fotos de la boda de Paquirrín, reservar un hotel o vuelo, hacer la declaración de la renta, o pedir una pizza o incienso especial a una tienda de Candem en Londres.
Podrías vivir encerrado en un sótano toda la vida y tenerlo todo a tu alcance.
Y cada día me atrae más esa idea, visto cómo está el mundo...

Para mi, internet es el mejor invento después de la rueda, el avión y el chocolate, aunque mucho más peligroso si tienes una tarjeta de crédito cerca... Eso de que te gusten unas botas, y con sólo un clic las tengas en casa al día siguiente, debería estar prohibido!
Por cierto, para los reticentes a comprar por internet. Llevo 20 años haciéndolo, y jamás ha pasado nada. Los pagos son muy seguros y este tema no es algo de lo que ya haya que preocuparse. En un restaurante o una tienda corres más peligro al dar tu tarjeta, así que ánimo!


De aquellos chat horrorosos de hace 20 años, a los que había que acceder mediante un router malísimo que hacía un ruido espantoso y se desconectaba a cada minuto, hemos pasado a tener maravillosas aplicaciones llamadas "Redes Sociales" con conexión mediante fibra óptica.
Esto ya es otro nivel.

Bueno, por el camino quedó el Messenger, el abuelo del Whatsapp, aquello de los muñequitos verdes y azules con lo que todos empezamos a hablar con desconocidos.
Si, todos.
Ahora todo el mundo tiene Facebook, Twitter, Instagram, y muchas otras aplicaciones que sirven absolutamente para todo. De hecho, la plaga del siglo XXI es esta. Todo el mundo pegado al móvil todo el santo día, y el que diga que no, miente como un bellaco o bellaca. Y oye, si prefieres estar chateando con alguien por el móvil en vez de con tu parienta/e, quizá deberías pensar que es hora de cambiar de pariente/a. No le eches la culpa de tus males a internet.


Pero hoy vamos a centrarnos en la red social más importante: Facebook.
Facebook no es más (ni menos) que otra herramienta para comunicarnos entre nosotros y formar parte de la vida de los demás, y que los demás formen parte de la nuestra, claro.
¿Y por qué eso tiene que ser malo?
Es lo que se ha hecho toda la vida en los corrillos del instituto, en el desayuno del trabajo, en los portales de los edificios y en las puertas de las casas de pueblo.
¿Es mejor seguir anclado en el pasado y cuando quieras saber algo de alguien, escribir cartas postales para las que tienes que ir a comprar un sobre y un sello, escribirlas, echarlas a un buzón y esperar dos meses a que te llegue la respuesta? ¿O mandar "eseemeses"?. Desde luego más lento es.
No hay más remedio que, dentro de un orden, ir con la corriente, o sino, corres el riesgo de quedarte atrás, o solo, o las dos cosas. O simplemente, perderte la parte buena que tienen los adelantos, que también la tienen.

No tiene nada de malo estar en contacto diario con tus amigos, con tus conocidos, con tus ex compañeros de colegio, instituto, facultad o trabajo. Incluso con tus vecinos o familia. Nadie te pone una pistola en la cabeza para que aceptes a tu cuñao o a tu vecina si no te apetece. Parece que por el simple hecho de estar en Facebook, estás obligado a poner fotos de tu hijo o a contar todo lo que haces. Pues NO.










Facebook, como cualquier otra herramienta de comunicación, está ahí para que la uses como quieras. ¿O es que por tener teléfono estás obligado a llamar constantemente a todo el que conoces? No, ¿verdad? Pues igual pasa con Facebook. Por el hecho de estar en Facebook, no dejas de quedar con tus amigos o de hablar con los vecinos. Es más, gracias a él quedas más, ya que sigues en contacto con ellos, y sin FB haría años que no sabrías si están vivos o muertos.

Hay gente a la que no le gusta, porque su vida, su trabajo o sus gustos no tienen nada que ver con la tecnología, y su tiempo libre prefieren emplearlo en otras cosas. Perfecto. Y no me jodas, que internet no tiene la culpa de que la gente no lea libros o salga al campo. Al que le gusta leer, lee. Y al que le gusta salir al campo, sale. Excusas baratas.

Pero estamos otros, a los que nos encanta Facebook. Otros que nos pasamos el día delante del ordenador por trabajo o por diversión, y lo preferimos a estar viendo la tele o a leer en papel. Otros preferimos saber a tiempo real cómo está Carmen después de su operación, o cómo le ha ido a Carlos en su viaje, o qué le ha pasado hoy a Manuela o cuándo es el próximo concierto de Pepe. O leer un blog de naturaleza escrito por un alemán, o la biografía de tu músico favorito, o una web de nutrición escrita por una vasca. Antes estábamos limitados a leer lo que nos contaba el periódico o las revistas locales, y a relacionarnos exclusivamente con la gente de nuestro entorno. Ahora podemos enterarnos de las actividades que hay en nuestra ciudad y salir en vez de quedarnos en casa. Facebook es la nueva forma de tener vida social más allá de nuestras fronteras y de la plaza de tu pueblo.


Si, vida social. Y no me vengáis con el rollo de que "yo prefiero el cara a cara", porque sabéis perfectamente que no hay tiempo material en nuestro día a día para hablar con 40 amigos, saber de sus vidas y que te enseñen las 300 fotos que han hecho el fin de semana. Los puedes llamar por teléfono, si. Pero mientras estás al teléfono, no puedes hacer ninguna otra cosa, y las fotos no las puedes ver. El teléfono te absorbe al 100%. No puedes poner la lavadora, ni mandar un mail, ni poner el puchero, ni bañar a tu hijo, ni escuchar música.

En cambio por Facebook, puedes estar al tanto de todo a la vez que haces todas esas cosas. Para los hombres es una oportunidad de saber lo que es poder hacer varias cosas a la vez.

Gracias a FB, hemos reencontrado a amigos del pasado con los que nos apetece seguir teniendo contacto, y que los avatares de la vida y las mudanzas nos hicieron perder. Las compañeras del colegio, antiguos amigos del instituto, gente de trabajos anteriores...
¿Es malo volver a tener relación con gente que formó parte de tu vida en algún momento, y con quienes tienes ganas de seguir teniéndola? A ver si al final los detractores de FB vais a ser los más antisociales del mundo!, que es justo de lo que nos acusáis a sus seguidores...

También, el tener en FB a vecinas bien avenidas o amigos de reciente conocimiento, ayuda a que esa relación se haga más fuerte en lugar de quedarse en todo lo que da de sí el cruzarse por las escaleras o verse de higos a brevas en algún bar. Creo que lo que aporta FB, es bonito.


Y gracias a FB se echan muchos ratos de cañas, se organizan viajes, se forman nuevas amistades y hasta parejas!. Si, los que buscan pareja están por todos lados. Otra plaga. Pero para estos hay aplicaciones más adecuadas donde pueden exponer la mercancía que ofrecen a otr@s que buscan pareja a la carta.

Repito, nadie te obliga a aceptar a quien no quieras aceptar, ni a poner fotos que no quieras poner. Eres totalmente libre de hacer lo que te apetezca, cómo, cuándo y con quién te apetezca. ¿Que me caes bien? Te agrego a FB. ¿Que ya no me caes bien? Te borro de FB.
Ojalá en la vida fuera tan fácil como en FB, que pudieras meter o sacar gente de ella a tu antojo, sin más dramas ni explicaciones.

El secreto para disfrutar de FB está en aceptar sólo y exclusivamente a la gente con la que te apetecería estar de charleta tomando algo, por ejemplo. Gente que te conozca y a los que tu conozcas. Nada de aceptar a todas las madres del cole o a las de Pilates, por el simple hecho de sumar "amigos", cuando en realidad no los conoces de nada ni tienes interés en conocerlos. Si en FB tienes a gente cercana, puedes sentirte libre para publicar lo que te apetezca sin miedo a no saber quién lo verá y si entenderá lo que publicas.


Hay gente que principalmente se dedica a leer lo que publican los demás, y apenas ponen cosas, porque no son de esa clase de gente que cuenta sus intimidades. Y estamos otros que principalmente nos dedicamos a publicar lo que pensamos, hacemos o pensamos hacer. Porque nos da la real de la gana. ¿Pasa algo?
No entiendo tanta crítica al respecto. Que cada uno use FB como le salga del moño, que para eso está. Más criticable veo yo al que lee sin aportar que al que aporta sin parar. En fin. La vida misma.

También hay gente que se limita a subir una foto detrás de otra de perros o gatos, o selfies en diferentes posturas, o todas las tapas que se come, o todos los vestidos que se compra, o simplemente comparte todos los vídeos que ve. Pues muy bien. Me parece perfecto. Son libres de hacer y decir lo que les apetezca, exactamente igual que yo. Cada uno se manifiesta como le da la gana.
Que yo sepa, FB no tiene un PDF de instrucciones donde ponga lo que está o no permitido publicar, así que a los que criticáis todas estas cosas, que os den morcilla.
Y quizá FB debería expulsar a los que sólo miran, ya que no aportan nada.


¿Qué pasaría si los 1.500 millones de personas que estamos en FB, dejásemos de publicar y nos limitásemos a leer lo que ponen otros? Pues que desaparecería. No habría nada que leer ni ver. Sería un aburrimiento máximo. Así que menos criticar a los que publicamos mucho, que deberíais darnos las gracias por teneros entretenidos ;)

Y otro factor importante a destacar, es la cercanía que nos ofrece FB con nuestros ídolos, ya sean músicos, presentadores, actores, futbolistas, amas de casa que hacen pasteles o políticos. Jamás antes ha sido posible hacerle llegar a un inalcanzable famoso un pensamiento, agradecimiento o insulto (en el caso de los políticos). Los tenemos ahí, a la mano, y ellos a nosotros. Podemos ver a nuestro cantante o actor favorito en pijama un domingo por la mañana, lo mismo que puedes decirle lo que te ha gustado su disco o película y que te de las gracias.

Puedes hacer que una protesta ciudadana alcance dimensión de manifestación, o que un grupo de música desconocido llene una sala. Que dos amigos que se dedican a limpiar el monte altruistamente en sus ratos libres acaben siendo un batallón y saliendo en la tele por su hazaña. O que señoras tejedoras desconocidas se reúnan en el parque para tejer juntas y hacerle abrigos a los árboles. O que tu compañera del cole que se casó con un americano de América, pueda localizarte y seguir con la amistad.
¿No es maravilloso? Pues a mi me lo parece.


Nunca jamás en la historia de la humanidad hemos estado tan cerca los unos de los otros. Jamás ha habido tantísima comunicación entre los puntos del planeta y tanta facilidad para llegar a tantísima gente con un solo clic. Podemos saber lo que pasa en las antípodas al segundo de que pase. Ya no dependemos del telediario para estar informados y manipulados.
Ahora nos manipulamos a nuestro antojo.

Resumen del tocho: Facebook no tiene la culpa del fracaso de tu matrimonio, reconoce que estaba fracasado de antes. Ni de que ese amigo no te llame, quizá, simplemente, ya no le apetece estar contigo. Ni de que tus hijos se pasen la vida pegados al móvil, quizá no les sabes dar una alternativa de ocio.
La culpa de tus males, la tienes sólo TÚ.
Y si eres de las/los que sólo sube fotos de sí mismo en todas las poses y con todos los modelitos, ve a que te lo miren.

Que viva internet! Que viva Facebook!
Y a los que no os guste, lo tenéis tan fácil como no estar.
A mi, me encanta ;)

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martes, 11 de octubre de 2016

Amigos...

Amigos.
Menuda palabra, eh?
A-m-i-g-o-s.


Lo son todo.
Son tu vida entera.
Casi más que tu propia familia. Porque con la familia no eres realmente tú. Pero con los amigos, si.
Los amigos sí te conocen de verdad. Y tú los conoces a ellos. Perfectamente. Podrían contestar sin riesgo de fallo a 500 preguntas sobre ti y acertarlas casi todas. Tu madre no. Tu pareja tampoco. Tu vecino menos (aunque un poco más que tu pareja).

Elegimos a quienes queremos que formen parte de nuestra vida y colaboren a escribir nuestra historia. Porque ellos serán parte importante en ella. Están. Te completan. Y tanto tus mejores risas como tus peores momentos, también forman parte de las suyas.


A lo largo de la vida nos vamos encontrando con gente que nos va complementando en un momento concreto, que puede durar días, meses, o toda la vida (que es lo ideal y lo difícil).

Unos nos duran una borrachera, otros tres besos, otros unos meses y otros siempre. Cada uno te ha complementado en algo en un momento dado, por eso lo elegiste como amigo. Y él a ti.

Y es lo más bonito que hay en el mundo. Sentirse bien, identificado y correspondido por alguien a quien has encontrado por casualidad. Alguien con quien puedes ser tú mismo, con quien puedes contar incondicionalmente, sea cuando sea, para lo que sea y a la hora que sea. Alguien con quien pasar tu tiempo, con quien hacer planes, viajar, o simplemente echar una tarde de risas sin prisas.


Cuando eres pequeño o adolescente tienes miles de amigos, es más fácil tenerlos, ya que aún no tienes manías ni prejuicios, ni celos ni susceptibilidades absurdas. Todos te vienen bien. Y qué bien lo pasas.

Pero cuando eres adulto la cosa cambia. Por los desengaños que te has ido llevando, ahora eres más selectivo, más maniático, más celoso y susceptible, por lo que no te vale cualquiera. Eliges con más filtros, y aún así, la mayoría de las veces te equivocas. Porque esos amigos que creías que eran para siempre, después de un tiempo de gran amistad, han acabado por alejarse, o te has alejado tú de ellos. Quizá tenían una función en tu vida, llegaron, la cumplieron y salieron de ella... Sin más.


Un día, de repente, esa persona que tanto te complementaba y sin la que no podías dejar pasar un día sin contarle tus cosas, empieza a dejar de estar. Ya no está.
Y no sabes por qué. Nada ha pasado para que ese hilo se rompa. Pero se ha roto. Y ya pueden pasar tres meses sin que le cuentes tus cosas ni necesites saber de las suyas. Es raro. Desconoces a alguien que conocías. Cada día que pasa sin verlo, hace que poco a poco, pase a ser un desconocido, porque ya no sabes de su vida, ya no sabes qué le pasa o le deja de pasar.
Y qué pena. Que ese amor se desvanezca. Que ya no apetezca. Que desaparezca.


Pero llegan otros! A los que empiezas a conocer y te apetecen. Aparecen. Y te hacen semi-olvidar a los que antes estaban, y ahora ya no están.

Y así va pasando la vida, mientras tu padre es el mismo, tu hermana y tu abuela también. Pero tus amigos ya no son los mismos. Han cambiado. Y a los muy lejanos ya, apenas recuerdas. Sólo a los que nos dieron grandes alegrías o penas recordamos. A los demás no. Muchos amigos pasan por tu vida con poco protagonismo. Otros parece que van a ser importantes y luego quedan en nada. Y otros se quedan para siempre. A tu lado. Y tu al suyo. 

Amigos que son más que hermanos. Porque los has elegido tú.
Y a esos sí les has dejado saber cómo tú eres de verdad.
Y si te gusta alguien por cómo es, no tiene sentido que en algún momento deje de gustarte cómo es, a no ser que uno de los dos haya cambiado tanto que ya no sea la misma persona.
Pero aunque no tiene sentido, pasa. Todos los días. Por todos los sitios del mundo.
















Por esa razón, no hay que darle más vueltas. Porque no nos pasa sólo a nosotros. Debe ser ley natural.
Hay que darle vueltas a los que se quedan siempre, a los que saben lo que contestar cuando hablas, a los que sin palabras entiendes, a los que te siguen llamando aunque tú nunca los llames, a los que sigues llamando aunque ellos nunca te llamen, a esos que aunque no estén, están.

No lo son aquellos que sólo están cuando necesitan algo de ti o no tienen con quién estar, a esos no. Esos no son amigos. Aunque alguna vez lo hayan sido, pero ya no lo son. Ya han encontrado a otros que les llenan más que tu, igual que tú encuentras a otros que te llenan más que ellos. Así es.
Y muy importantes son con los que, sin llegar a conocerte del todo ni tú a ellos, hay un hilo que os une aunque sea cada 3 meses. Pero que ambos sabéis que estáis.
Los amigos no se miden por cantidad, sino por calidad. Puedes tener 1.400 amigos y estar solo. Puedes tener 1 amigo y sentirte muy acompañado.


La vida está llena de amigos. Pasados, viejos y nuevos.
Y los más importantes son los que están. Los que están siempre, los que están ahora.
Con los que puedes ser realmente tú.

¿Con cuánta gente puedes ser realmente TÚ?

Si quieres saber quiénes son tus verdaderos amigos, piensa en esto.
Esos son tus amigos. Los de verdad. Porque son los que te conocen y quieren estar a tu lado aún conociéndote.
El resto son simples conocidos. Pero no te conocen. Porque con ellos no puedes ser realmente tú, eres otra persona. Y eso es un coñazo, estar todo el día metiendo barriga o hablando de algo que no te gusta como si fuera lo que más te interesa. Esos no son tus amigos.


"Amigo" es una palabra muy bonita.
Cuanto más los cuides, más y mejores tendrás. 
Cuanto menos los cuides, menos y peores tendrás.

Si tienes amigos, es por algo...
Si no tienes amigos, también es por algo...

Los amigos necesitan atención y cuidados.
Si no se los das, se marchitan y mueren.

¿Y tú, con cuántos de tus "amigos" puedes ser realmente TÚ?


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