viernes, 2 de junio de 2017

Mi sofá...

Viernes. 10 de la noche. El ñiño dormido, la casa en silencio. Paz.

Apago el ordenador y me dispongo a sumergirme en mi rincón favorito. Mi sofá.
Entero, vacío, libre, pacífico, grande. Mío.
Esa sensación de entrar en una bañera de agua caliente. Esa.


Pongo los 40 cojines de todas las formas y colores rellenando los huecos. 
Esa sensación que deben tener los astronautas al no tener gravedad. Esa.

Cojo el iPad con 30 cosas encima, todo lo necesario para no tener que moverme excepto para ir a hacer pis. Y a veces ni para eso.
Durante toda la semana espero al viernes por la noche como el momento de silencio profundo interior de la semana. EL MOMENTO. MI MOMENTO.
Qué maravilla. Qué sensación.

No puede haber nada que me apetezca más en esta vida que esto.
NADA.


Pienso en los viernes de hace 25 años. Foh.
También estaba toda la semana esperando que llegara. Desde el viernes a medio día, ya era sábado. Mil planes, mil amigos, mil ilusiones. Desde las más tontas a las más complicadas. Pero todo era posible. Te sentías libre. El fin de semana se presentaba infinito. No había limite mientras estuviera dentro de esas 48 horas, y parecían eternas.

Vivías de todo metido en dos días. Café con las amigas, cena en casa de una, dormías en casa de otra, ibas de compras con las de anoche, comías en casa para cambiarte y dejarte ver, y volvías a salir hasta el día siguiente, bailabas, reías, llorabas, ligabas, conocías a mucha gente...

Y ahora... Ahora es bastante mejor. No hay que arreglarse ni pasar frío, no hay que ir de bar en bar metiendo litros de alcohol en las venas, no hay que fingir, no hay que sufrir, no hay que...

Ahora es todo serenidad, lucidez, consciencia.
Y eso, queridos amigos, eso sí que es disfrutar, pero de verdad.


¿Qué fue de aquellos sábados de alcohol y lujuria, de sol y amistad, de libertad y pasión?
Ahora los sábados son de paz y silencio, de música y tiempo, de escuchar y descansar.

Si pudiera volver a tener 20 años, no volvería ni muerta.
Aquello fue bonito mientras duró, pero, de lo duro que es, nadie nos avisó. Sentimientos y emociones echando ostias sin parar. Lloriqueos y amores a reventar. Traiciones y decepciones. Felicidad y ganas de suicidarse a ratos. Desdicha e ilusión. Desilusión y vida.

Puff qué pereza. Calla calla. Prefiero tener todas las lorzas descolgadas y las canas asomando, antes de volver a pasar por tremendo coñazo. Que todo lo que tiene de bueno, lo tiene de horroroso.
Que si, que te pasas el día con amigas, hablando, tonteando, paseando, riendo, bebiendo, ligando, y todo lo que acaba en -ción.
Pero que eso no es vida. ¡Qué estrés mental, físico y emocional! 

Calla calla, que con lo bien que se está en el sofá, el que va de bar en bar con casi 50 años es porque algo le falta o algo no tiene. A los casi 50 nadie tiene ya las piernas para eso, ni la espalda, ni el estómago.  



Cada cosa tiene su momento. Y todos tenemos que pasar por todos los momentos. El problema es cuando se llega a los casi 50 sin haberlos pasado en su momento, que es a los 20.

Patéticas las mujeres siliconadas y/o hiper-arregladas que no aceptan que ya no tienen 20, y se desvisten para salir a la calle.
Patéticos los hombres que salen a cazar con casi 50, exactamente del mismo modo que lo hacían con 20. Ridículos!

Zona de confort. 
Como su nombre indica, la zona donde más a gusto estás.
¿Por qué razón hay que salir de ella?
¿A pasar frío y aguantar gilipollas?
¿Porque hay que tener "vida social"?
¿Y pa qué?
¿Pa sufrir?

Yo tengo mi súper zona de confort, y de ella no me saca NI DIOS.
Es donde más a gusto estoy, donde el tiempo pasa a mi ritmo, y donde nadie puede hacerme la puñeta.
Y aquí me quedo.

Y el que me diga que se está mejor pasando calor y aguantando batallitas ajenas, o soportando a gente que no te cae bien con tal de tener "vida social", es que aún no ha encontrado su zona de confort.



Porque vamos, después de toda la vida dando tumbos, por fin te encuentras a ti mismo, sabes lo que te gusta y lo que te hace feliz, ¿y lo vas a dejar porque en todos lados pone que hay que salir de la zona de confort?

Anda hombreeeeee... Cómo se nota que los que dicen eso, no han llegado al punto maravilloso de sentirte bien sin necesidad de nada ni nadie más. Lo que viene siendo autosuficiencia máxima.

Nos han vuelto a engañar, igual que con las hipotecas. Nos dicen desde pequeños que hay que tener pareja para ser feliz. Ya hay que tener mala leche oye!
O sea, átate a alguien para el resto de tu vida, aguantando cosas que detestas, teniendo que ceder en el 90% de las cosas (y digo el 90% siendo generosa), teniendo una medio vida a la que llaman vida completa, y todo esto, te hará ser feliz.

Pues qué queréis que os diga, ninguno de los que ha pasado por mi sofá (y han pasado unos cuántos), me ha dado la felicidad que tengo desde que ninguno lo ocupa. Qué equivocación tan gorda dejar la responsabilidad de tu felicidad a alguien a quien has encontrado en la calle. Normalmente, ese alguien está buscando la suya, no la tuya, por lo que pasado el tiempo de ceguera, en vez de feliz, estás hasta el copetín. Pero te dicen por todos lados que aguantes, que quien algo quiere, algo le cuesta.
¿Y te has parado a pensar si lo que tienes, es lo que quieres?...


Hay una edad para todo. Cuando tienes 5 años te gusta ir al parque. Con 15 de paseo con tus amigos. Con 20 de juerga, con 30 de cañas, con 40 a tomar algo a casa de amigos, un con 50.... Foh! Con 50 te gusta estar tranquilo, sin gilipollas cerca, haciendo lo que te da la real de la gana, dejando el mundo correr, y poco más. Así de simple.
Contigo mismo. En la mismísima gloria.


To la vida dando tumbos, y resulta que la felicidad ESTÁ EN TU SOFÁ!!

Y deja ya de buscar fuera lo que tienes dentro... Que ya tienes una edad.

Y los sofás, a día de hoy, no dan el coñazo, no te ponen los cuernos, no comen, no roncan, y no cambian de canal ;)

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