viernes, 1 de diciembre de 2017

Derroche...

Qué palabra tan vulgar.


Esa horrorosa costumbre que tienen en las pelis, de que cuando alguien se va a duchar, abre el grifo del agua mientras se va a desnudar, no sin antes poner las lentejas, tender la lavadora, elegir el modelito, llamar a su madre, cambiarle la llanta a la bici y pedir cita al médico por internet.
Y después ya, se ducha. 

Pero a la vez, nos ametrallan con noticias sobre el cambio climático, la desertización del planeta, la sequía pertinaz, y la importancia del reciclaje. Ah! Y anuncian restricciones porque solo queda agua para tres meses en algunos puntos de la península.
Y lo de llover, como antes, meses y meses, pasó a la historia.


Alguien se está riendo de nosotros. Además de los políticos.

Desde hace siglos. Está prohibido que los actores salgan fumando en las pelis o series, no vayamos a que los veamos, queramos imitarles, y nos den ganas de fumar, con lo malo que es eso. Y lo que es peor, acabar politoxicómano. Pero bien que nos meten publicidad del tabaco por todos lados, y lo que es más curioso, en eventos deportivos. Derroche de hipocresía.


Empieza Diciembre. El mes más absurdo, artificial, obsceno, estúpido, infeliz, incómodo y caro del año. Empiezan los mantecados, los Black Fridays que ya duran una semana, las putas comidas de empresa, las putas frases hechas de los cojones, la compra indiscriminada de langostinos y cava, las romerías por las tiendas de juguetes en busca del mismo juguete que han pedido el 95% de los niños del planeta y casualmente, todos los años se agota antes de empezar a venderse. 

Claro, con esto de Amazon, todo se vende antes. Y con esto el envío gratis, se nos va el dedo y nos compramos unas zapatillas de 140€ sin necesitarlas, porque te vas a ahorrar 5€. Todo muy normal y entrañable.


Esas tiendas de ropa, con cientos de percheros con miles de prendas cada uno, con las perchas tan apretadas que es imposible buscar tu talla, porque no hay cojones de separar una de otra.

Esas tiendas en las que el jueves, esa ropa ya no es la misma del lunes.
La cambian entera dos veces por semana. Es toda casi igual, pero con más o menos volantes y con más o menos flores. Pero igual de mala y de cara. Un jersey que te compras en temporada (el lunes) y cuesta 39,99€, vas el jueves y está en la sección de oportunidades a 9,99€. Qué cabreo te entra joder. 

Es imposible que toda esa ropa se venda. No hay cuerpos disponibles en el planeta tierra para poder vestir tantísimos trillones de prendas. Imposible. Y cada día hay más tiendas de ropa con percheros apretados de ropa barata. Eso sí, en las boutiques de ropa cara hay un perchero por prenda. Así si.


No me gustan los mantecaos ni los turrones, y me da empachera de ver montañas de ellos por todos lados, por dios, ¡que hay que comer mantecaos por cojones! ¡Que es Navidad!

Se derrocha de todo. Agua, luz, comida, ropa, mala leche... De todo.
Eso si, solidaridad, bien poca.

Ese negrito de los semáforos, que se pasa medio año vestido de gitana y el otro medio de Papá Noel, 12 horas de pié entre los coches pa vender un paquete de Kleenex del Día o un ambientador que ya no huele... Y la gentuza que dentro de su nave espacial, no se digna ni a mirarlo a la cara cuando se acerca a su ventanilla... Derroche de egoísmo! Imbécil! 

¡Que tienes más de lo que necesitas! Pero claro, eres lo más infeliz del mundo, y por eso no tienes capacidad para sonreírle a ese inmigrante que no tiene ni lo básico. ¡Claro! es que no le vas a dar 1€ a todos los que te encuentras en los semáforos, NO TE VAYAS A QUEDAR SIN DINERO PA MANTECAOS, GILIPOLLAS!... Qué asco me da de esa gente por dios...


Perdonad, es que hay cosas que me sacan de mis casillas. Bueno, la verdad es que a mi edad, ya hay pocas que no me saquen...

Derrochad hermanos, que ha llegado la santa Navidad.
Con vuestro dinero, vuestra salud y vuestro tiempo podéis hacer lo que os de la gana.
Pero con el agua, cortaos un poquito, que el problema es serio, y como sigamos a esta velocidad, nos va a dar tiempo de ver cómo el agua se convierte en el bien más preciado del planeta antes de morirnos. Por encima del dinero y del Don Perignon. Y no es coña.
Podéis ir en paz.
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