sábado, 28 de julio de 2018

Pueblos perdidos...

Antes de nada, decir que, con todos mis respetos, lo que aquí se dice es MI OPINIÓN PERSONAL, sin ánimo de ofender a nadie, desde el punto de vista de alguien que ha nacido en una ciudad muy cateta, llena de gente retrógrada, y que los forasteros la tienen como una de las más bonitas del mundo, y no digo que no lo sea, pero que hay que vivir aquí para saber a qué me refiero...


Sales unos días para desconectar, eliges un pueblo perdido en lo alto de un monte o en el interior, en la Alpujarra o en la costa de Almería, en Castilla la Mancha o en Murcia, da igual, huyendo de la muchedumbre que llena las playas. Pueblos perdidos de la mano de dios hay por todas partes. Me refiero a esos que tienen 400 habitantes, que es lo mismo que hay en un Mercadona un sábado por la mañana. Pero eso es lo que quieres, huir del mundanal ruido, de los atascos y los bullicios veraniegos.

En Booking ves el sitio y te enamoras. Casas de piedra, flores por todos lados, cielo azul, pajarillos que cantan por la mañana, una terracita para desayunar al fresquito con unas vistas espectaculares, una piscina cristalina rodeada de verde césped.
Todo idílico.
Reservas para 5 días, porque ya que hay 3 horas de camino por carretera peligrosa de montaña, que merezca la pena y te de tiempo de conocer la zona, descansar y disfrutar.


Haces las maletas como para un mes, porque puede que haga frío por la noche, calor por la tarde, los bañadores, toallas, champús, secador, ropa más cómoda y más arreglada, porque no sabes lo que vas a necesitar...
Móviles, tablets y cargadores, lo más importante, que hay que desconectar, pero no tanto.
Y total, como vas en coche, no hay problema. Ya te limitas demasiado cuando vas en avión por aquello del límite de equipaje, así que ahora, venga! To pal coche, igual que los marroquíes que vienen de Francia.

Te encaminas hacia el pueblo perdido de tus sueños por un puerto de montaña de esos en los que el coche sufre. Por la carretera te encuentras a una familia vacuna tan pancha, y tienes que parar por aquello de que están en su hábitat, y si sobra alguien eres tú y tu coche. 


Y también porque hay un balate a cada lado, y no entra en tus planes morir ya.
Venga curvas, pero qué bonito es todo. Y venga estrechamientos, rezando para que no venga de frente otro coche o un camión! Qué bonita carretera de montaña, qué bonitos pinos, qué bonitas piedras, qué bonito todo!
Qué buena idea ha sido hacer este viaje!


Llegas a la casa después de cien mil curvas, divina!!! Fiel reflejo de las fotos de Booking. Claro que en las fotos, no se ven las moscas ni los abejorros, ni los mosquitos trompeteros de esos que por la noche se te ponen en la oreja a pitar.
Bueno, estás en la montaña!! Y eso va en el pack, y no te importa porque vas a descansar! Y todo es precioso!

Deshaces las maletas, y te dispones a hacer una primera ronda de reconocimiento de la zona y a comer algo. Vamos!
Echas a andar por esas cuestas tan bonitas, que como no vayas frenando te rompes las dos piernas, pero qué relax! No pasa ni un coche!... Normal... A ver quién es el guapo!


Llegas a una casa con una señora sentada en la puerta.
"Buenas, ¿me puede decir usted dónde podemos comer?"

"Pues ahí hay un bar, pero cierran entre semana. Más para allá hay un restaurante pero sólo abren los domingos. Si vas hasta el final de la carretera, subes unas escaleras y tres cuestas, hay un bar que está abierto"
Pues muchas gracias señora.

Te crees que vas a poder irte, pero noooooo. La señora pilla carrerilla y te cuenta que su marido "se fué" hace dos años, que se ha quedado muy sola, que menos mal que su hija que vive en Barcelona viene de vez en cuando a verla, bla bla bla...
La pobre, pilla a alguien y no lo deja escapar! Hasta las fotos de su boda nos enseñó!

La señora era un encanto, pero eran las 3 de la tarde y el sol apuñalaba. Con la promesa de volver por la tarde y continuar "la conversación", conseguimos echar a andar por esas cuestas, en busca del bar. Dios. 

Llegamos con la lengua fuera y ¡oye! tiene buena pinta, al menos mejor pinta que los bares cerrados que hemos ido viendo por el camino, con 4 sillas de plástico en la puerta, sin más sombrilla ni más macetas.


En una mesa dos treintañeros hablando de piezas de camiones a grito pelao, y bebiéndose 3 cervezas cada 15 minutos. En otra mesa dos guiris con cara de despistaos, pensando "qué bonita es España", en otra dos señores con más barriga que Jesús Gil, callados y espantando las moscas. ¡Ambientazo!

Después de comer (eso si, muy rico y muy barato, sólo faltaba que estuviera malo y fuese caro), volvemos a la casa y echamos un rato de piscina. Sólo había una pareja danesa con su hijo transparente y nosotros. Y 1.500 avispas.


Mejor volvemos a casa y echamos un rato de sofá/tele/tablet. El sofá muy rústico pero menos cómodo que el garrote vil. La tele con Canal Sur sintonizado en 30 de los 35 canales disponibles. Menos mal que el wifi iba de escándalo, así que ya nos ves ahí a todos con la tablet, exactamente igual que en casa, pero muertos de calor, incomodísimos y sin saber muy bien qué hacemos allí. Eso sí, muertos de risa por lo absurdo de la situación. Y es que el ser humano hace cosas raras, paga para estar peor que en casa, somos así.

Afloja el calor por fin, venga, vamos a dar otro paseo, aunque ya nos hemos visto las 3 calles, o mejor dicho, las 3 cuestas del pueblo, pero no nos vamos a quedar en casa, por bonita que sea.
Pues nada. No-hay-nada. Pueblo fantasma total. ¿Y este era el sitio tan bonito y tan típico que tantos piropos le echa la gente? ¿Perdona?
Ni un cristo! Ni un bar! Ni un senderico pa andar! Ni una tienda! Ni un nada!


Por dios de verdad. ¿Qué hace la gente que vive aquí para distraerse? ¿Ver Canal Sur? ¿Rezar? ¿Drogarse? ¿Y por qué vive gente en un sitio así? ¿En qué trabajan los que no tienen la tienda de comestibles, el estanco, o no son el alcalde o el cura?
¿Y la gente joven? Hace el mismo tipo de vida que sus abuelos, y se tienen que emparejar entre ellos, les guste o no, porque es lo que hay.

Por supuesto, no hay médico (va un día a la semana, igual que el mercadillo y el pescadero), ni policía (pa qué), y el banco no es tal, es una casa del pueblo con un cartel de un banco, que sólo abre el día que llega el furgón blindado con el dinero de las pensiones. La farmacia es otra casa del pueblo con una cruz verde, y el Ayuntamiento hace las veces de Correos, Gimnasio y de Casa de la Cultura.

Todo en miniatura. El ayuntamientito, la farmaciíta, la tiendecita... El estanco también es papelería, mercería, kiosco de chuches y prensa, y hasta corsetería. Eso si, la Iglesia enorme! Allá donde haya 3 casas, hay una iglesia. Muy útil si señor. Está todo pensao...

Y digo yo, que pa qué tanto despliegue eclesiástico si no hay gente en el pueblo pa llenarla. Claro que, como tampoco tienen otra distracción, están todos deseando que haya un funeral o llegue el domingo pa ir a misa y hacer algo con gente. El cura tampoco está todos los días, va rotando por los pueblos de alrededor, claro que el cura no es una figura tan necesaria como el médico o la estanquera. Qué cosas. Es como volver al siglo XV.


La Santa Iglesia tiene un campanario, con campanas. Unas campanas que suenan cada 15 minutos, sin fallar. Supongo que son las que marcan las cervezas que se toman los del único bar abierto. De día tiene su gracia, pero no os quiero contar la gracia que tienen por la noche. Ahí, en lo alto de un silencioso monte, donde no hay contaminación acústica de ninguna clase aparte de los grillos y las ranas... DIOS!!! QUÉ NOCHE TOLEDANA!!! (Ahora he entendido el significado de ese dicho tan popular).


La 1, la 1:15, la 1:30.... Y así hasta las 6 de la mañana, con los ojos como platos, el ruidoso ventilador a toda potencia porque te morías de calor, porque si dejas la ventana abierta se te meten lagartijas, salamanquesas y todo bicho viviente, y claro, preferimos morir asfixiados.
Qué horror de noche, calla calla... Eso si, sin parar de reir! Jaajajajaja, es que es de idiotas! Nos planteamos la opción de recoger y volver a casa, así, sin más. Pero bueno, teníamos pagadas 5 noches y tenía como un poco de mala follá tirar 240€ a la basura, pero tampoco nos íbamos a torturar más días por un puñado de euros.
En fin, vamos a ver si esta noche se nos da mejor, y si no, pa casa! Con su aire acondicionado, su sofá cómodo, su nevera llena, en fin, lo que viene siendo la casa de uno.

Amanece (que no es poco) y nos disponemos a pasear por la zona. Otra vez. Como el pueblo ya nos lo teníamos muy visto, cogemos el coche para explorar los pueblos colindantes. Kilómetros de carreterillas donde apenas cabe un coche, con curvas cerradas con cero visibilidad, donde lo raro es que no mueras despeñado o por chocar con el que venga de frente. La suerte es que nunca viene nadie de frente. Y el paisaje, seco como la mojama, con las chumberas desintegradas por la plaga de la cochinilla asquerosa, vamos, un encanto.


Ya es el segundo día y pareciera que llevásemos allí dos meses. Un pueblo, otro, y otro. Y todos iguales. Cuatro casas rodeadas de cuestarrones y eso si, una iglesia.
Ni dios en la calle, un calor pa morirse, y nada que hacer. NA-DA.
De nada.

Vamos, una orgía de distracciones es aquello. Y ¡ojo!, que yo soy una HATER de las aglomeraciones y los centros comerciales, pero una cosa es eso, y otra esto.

Igual que no entiendo la cultura de los centros comerciales donde la gente va "a pasar el día", tampoco entiendo que se pueda vivir en un sitio sin la más mínima distracción. Te levantas, te sientas en la puerta, ves pasar a las vecinas hacia la tienda, compran y se vuelven a hacer la comida. Y eso igual todos los días de tu vida. Ofú.
Empiezo a darme cuenta que en la vida no todo es blanco o negro, de tó se aprende...

Llegamos a un pueblo donde ¡coño! había un concesionario de tractores! Y una gasolinera! Y dos bares! Y UN CHINO!!!! Ostia qué nivelazo!!!! Se nos saltaron las lágrimas y tó. Eso ya si era más parecido a la civilización. Nos tomamos una caña en uno de los dos bares, y después como el cementerio estaba al lado, entramos a verlo. Total, allí al menos había más gente.


Un dato curioso. Todos los allí de cuerpo presente, habían muerto con más de 90 años. Claro, es lo que tiene la vida sana, no tener contaminación y comer verduras del huerto y huevos de gallinas ecológicas, y la ausencia de Macdonalds y comida preparada. Pero puff... vivir más de 90 años en un sitio donde no hay nada que hacer ni que ver, además de tener mucho mérito, es un poco tortura. Desde luego de estrés no muere nadie.

En fin, que cada minuto que pasaba estaba más claro que a la mañana siguiente salíamos por patas hacia casa. Mira que odio el pueblo donde vivo, pero puff, deseaba volver!! Ya no lo veo tan malo! Por lo menos tiene calles llanas, tiendas, y gente. Aunque la deteste, pero adorna.

Alguien debería reordenar aquello, y juntar los 10 pueblos fantasma de 400 habitantes en uno sólo de 4.000, así al menos tendrían los servicios mínimos, y un poco de distracción. ¿Y dónde se compran la ropa? ¿Y si a las 3 de la mañana se cortan un dedo qué hacen, se lo comen?

La parte buena es que si te quedas sin tabaco a las 11 de la noche, con ir a la casa de la estanquera te abre y te lo vende. Con razón esperan todos con tanta ansia que lleguen las fiestas del pueblo...
Pero eso de que todo el mundo lo sepa todo de tu vida, y tu de la de todos, en fin...


La segunda noche dormimos mejor gracias a los pastillones pa dormir y la ilusión de que volvíamos a casa y terminaba la aventura, a nuestra cama, nuestro calor, nuestro sofá y nuestra nevera.

La próxima vez que nos de por irnos a desconectar, recordaremos este surrealista viaje, que para estar peor que en casa, siempre hay tiempo. 

Aprendizaje personal: Donde se ponga una capital europea, que se quiten los pueblos fantasma de montaña y las playas abarrotadas. Ahora lo tengo claro. Pero para poder hablar, hay que saber de lo que se habla.
Para gustos, los colores...

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