viernes, 17 de marzo de 2017

Miedo...

Esa palabra que de pequeños asociábamos a las películas de terror y suspense, y que ya de adultos, podemos asociar a absolutamente todo.

A perder el trabajo, la pareja, la salud, los amigos. A "perder".
Tener miedo a "no ganar". Si elegimos, cabe la posibilidad de que perdamos. Si no elegimos, no perderemos, pero tampoco ganaremos nada.


Siempre he creído que hay que posicionarse. Hay que decidir, elegir, confiar, actuar.
No me gusta la gente neutral, que no decide, no elige, no confía, no actúa.
Hay situaciones en las que no puedes dejar de decidir. No te puedes abstener. No puedes quedarte en medio. No puedes. De dos amigos, dos trabajos, dos hombres, dos mujeres, de dos aceras, dos vestidos o dos tapas.
Tienes que decidirte por una u otra opción. 


Quedarte en medio es ser muy cobarde. Es ahorrarte sufrimiento, porque como no decides, nunca te equivocarás. Pero tampoco acertarás. Siempre te quedarás con la duda de que hubiera pasado "y si..." 
Y si te hubieras atrevido, ¿qué hubiera pasado? 

Si hubieras elegido a Pepe en vez de a Antonio.
Si hubieras cogido ese trabajo en vez de este.
Si le hubieras dicho lo que pensabas en vez de callarte y aguantar.
Si hubieras decidido irte en lugar de quedarte.
Si le hubieras dicho lo que sentías.
Si hubieras hecho lo que no te atreviste a hacer...


Pero sentir eso está reservado sólo para los que prueban. Para los que deciden, los que eligen, confían y actúan. Para los que se arriesgan.
Cabe la posibilidad de que sufran, sí. Y mucha. Pero también puede que sean felices.
Muy felices. Y haya merecido la pena. O no. Pero al menos no se quedan con la duda.

Mientras tanto, los que no deciden, siguen en el mismo sitio. Mirando a una y otra opción, intentando adivinar a cuál de las dos opciones puede sacarle más provecho.
Provecho. Bonita palabra cuando se asocia a relaciones de amistad, amor o sexo...
Procuran leer entre líneas mientras observan en segundo plano el comportamiento de cada una de las opciones, intentando averiguar cuál de las dos le dará mejor resultado. 


En ese tiempo, los que se arriesgan ya están sufriendo como monos o siendo inmensamente felices. Tiempo ganado.
Tiempo disfrutado, tiempo sentido, tiempo vivido.
Con heridas, dolor, ilusión, tristeza, pasión, emoción, felicidad, amor, sensación, fervor, heridas, y vuelta otra vez al dolor. Toda una VIDA.

Mientras, los cobardes seguirán grises, tristes, solos, frustrados.
Sin decidir, elegir, confiar ni actuar. Tiempo perdido.
Si heridas, sin dolor, ilusión ni tristeza, pasión ni emoción, felicidad ni amor, sensaciones ni fervor, sin heridas y vuelta otra vez al dolor. Muerte en vida.


LAS SENSACIONES son las que dan sentido a tu vida. La sensación que tienes cuando te comes una hamburguesa, cuando te operas de la vesícula, la que tienes cuando coges un avión, la que sientes al besar, al suspender y al ganar. ¡¡SENTIR!!

Esos segundos mágicos y vertiginosos en los que estás muy a gusto y no necesitas nada más. Eres feliz. Unos segundos, pero lo eres, aunque sea en pijama en casa viendo una serie y fumándote un cigarro. Y pasarás toda tu vida en busca de volver a experimentar esa maravillosa sensación. Y de las sensaciones malas o desagradables, aprendes y subes un escalón más.
El umbral del dolor, la resistencia, la fuerza... Te superas.

A estas alturas de la película, puedo decir que he disfrutado muchísimo de muchísimas de las cosas que la vida ofrece. Buenas y malas, porque hasta las malas tienen su parte positiva.
Todo lo tiene.
Sí, me siento muy afortunada. Puedo decir que he vivido, y mucho. Llevo las cicatrices de las batallas, pero la alegría de las buenas pesa más. Y con eso me quedo. Porque he vivido más que mucha gente con el doble de edad. Porque si no vives en su momento, cuando te quieres dar cuenta, ya no tienes tiempo de vivir, y te ves con 50 años en una discoteca con los labios llenos de bótox y las tetas saliendo por el escote, a ver si alguno te mira. Qué pena.


La vida es como un supermercado gigantesco, donde se te ofrecen trillones de variedades de sensaciones. Y tú eliges las que quieres. Según te gusten, te apetezcan en cada momento o te llamen la atención.
A veces eso que has elegido, no está tan bueno como parecía en el envoltorio. Qué chasco. Un fracaso.
Pero otras, quizá el envoltorio no te diga nada, pero te ha dado por coger eso a ver cómo estaba. Y oye, ¡es mucho mejor de lo que esperabas!
¡Qué maravilla! Y con la poca pinta que tenía de estar bien...

Si estás a dieta, elegirás sólo las cosas que no te harán daño, las que tengan poco riesgo de no ser lo que esperas. Todos los días lo mismo. Quien dice dieta, dice miedo. 
Teniendo miedo a que algo te salga mal, dejas de experimentar sensaciones. Te quedas sin saber lo que se siente.
Si, seguro que así te libras de muchos malos ratos. Pero también te privas de los buenos. Porque no te has arriesgado a probar.


Probando la máxima cantidad de oportunidades que te ofrece la vida, tienes más posibilidades de tener sensaciones. Buenas, malas y regulares. Por eso cuando te tocan buenas, las disfrutas muchísimo más porque sabes lo que se siente cuando te tocan malas. Puedes comparar.
Y la vida no es más que una sucesión de circunstancias de todo tipo.

Y, ¿en qué consiste la vida, si no es en VIVIR?, con todas sus consecuencias. El día que te mueras, te sentirás satisfecho si has tenido la suerte de haber experimentado las máximas sensaciones posibles. Tendrás cosas que recordar, agradables y desagradables, y de todas ellas habrás aprendido algo. ¡Habrás VIVIDO!


Quien tiene miedo, quien se queda parado, quien no se atreve, quien pasa la vida esperando, se queda con la duda de si podría haber sido bueno o malo. Y al final no vive, no experimenta, no siente. Es una pena desaprovechar las oportunidades por miedo o indecisión.

Quien no tiene miedo sale, respira, ríe, siente, sufre, se supera, aprende, ama, llora, arde, se conoce, tropieza y se levanta...
Quien lo tiene, sólo tiene miedo.

Aprovecha! Decide! Respira! Siente! Equivócate! Acierta!
Que ya tendrás tiempo de no vivir cuando estés muerto.
O cuando te hartes de vivirlo todo y decidas quedarte en casa tranquilo, disfrutando de las cosas simples, y oye, ¡ni tan mal!
Pero DECIDE. Y sé LIBRE, para acertar o equivocarte.

Y luego esta el otro miedo. Ese que nos insuflan día a día por todos lados. Ese que nos mantiene alerta las 24h. Ese que nos anula y nos convierte en seres inanimados.
Hay que tener muy claro que lo que tenga que pasar, va a pasar, y lo que no, no.
Nos pongamos como nos pongamos.

No está en nuestra mano cambiar el destino, pero sí podemos esperarlo sin miedo, porque mientras pasa o no pasa eso tan horroroso a lo que se le teme tanto, es absurdo adelantar acontecimientos y vivir asustado. Ya habrá tiempo de tener miedo cuando haya que tenerlo, ¿pero antes?...

Hay un dicho que me encanta:
"Si no está para tí, ni aunque te pongas.
Si está para tí, aunque te quites".

Así que amigos, dejemos los miedos a un lado y no añadamos más sufrimiento a esta vida que ya de por sí se está convirtiendo en una auténtica tortura china.

Lo que tenga que pasar, pasará.
Y lo que no, no.

¿Quién dijo miedo?...
•••

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2 comentarios:

  1. ¡BUENÍSIMO!
    Te sigo desde Asturias, me parece fantástica tu forma de escribir y el enfoque que le das a temas que nos afectan a todos.
    Enhorabuena.

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